miércoles, 30 de septiembre de 2015

Seguir a Cristo por el camino recto, Evangelio según San Lucas 9,57-62.



Libro de Nehemías 2,1-8. 

En el mes de Nisán, el vigésimo año del reinado de Artajerjes, siendo yo el encargado del vino, lo tomé y se lo ofrecí al rey. Como nunca había estado triste en su presencia, 
el rey me preguntó: "¿Por qué tienes esa cara tan triste? Tú no estás enfermo. Seguramente hay algo que te aflige". Yo experimenté una gran turbación, 
y dije al rey: "¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no voy a estar con la cara triste, si la ciudad donde están las tumbas de mis padres se encuentra en ruinas y sus puertas han sido consumidas por el fuego?". 
El rey me dijo: "¿Qué es lo que quieres?" Yo me encomendé al Dios del cielo, 
y le respondí: "Si es del agrado del rey y tú estás contento con tu servidor, envíame a Judá, a la ciudad donde están las tumbas de mis padres, para que yo la reconstruya". 
El rey, que tenía a la reina sentada a su lado, me dijo: "¿Cuánto tiempo durará tu viaje y cuándo estarás de regreso?". Al rey le pareció bien autorizar mi partida, y yo le fijé un plazo. 
Luego dije al rey: "Si el rey lo considera conveniente, se me podrían dar cartas para los gobernadores del otro lado del Eufrates, a fin de que me faciliten el viaje a Judá. 
También podrían darme una carta para Asaf, el supervisor de los parques del rey, a fin de que me provea de madera para armar las puertas de la ciudadela del Templo, para las murallas de la ciudad y para la casa donde voy a vivir". El rey me concedió todo eso, porque la mano bondadosa de mi Dios estaba sobre mí. 



Salmo 137(136),1-2.3.4-5.6. 

Junto a los ríos de Babilonia,
nos sentábamos a llorar,
acordándonos de Sión.

En los sauces de las orillas
teníamos colgadas nuestras cítaras.
Allí nuestros carceleros
nos pedían cantos,
y nuestros opresores, alegría:

«¡Canten para nosotros un canto de Sión!»
¿Cómo podíamos cantar un canto del Señor
en tierra extranjera?
Si me olvidara de ti, Jerusalén,
que se paralice mi mano derecha.
Que la lengua se me pegue al paladar
si no me acordara de ti,
si no pusiera a Jerusalén
por encima de todas mis alegrías.





Evangelio según San Lucas 9,57-62. 

Mientras Jesús y sus discípulos iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!". 
Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". 
Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". 
Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios". 
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos". 
Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios". 

Seguir a Cristo por el camino recto

    Un día vinieron todos los monjes a ver a Antonio y le rogaron les dijera una palabra. Les dijo:… Hemos comenzado, nos hemos comprometido a seguir el camino de la virtud. Ahora, marchémonos con el deseo de proseguir el camino hasta alcanzar el fin (Flp 3,14). Que nadie mire atrás, como la mujer de Lot (Gn 19,26), porque el Señor ha dicho: “el que pone la mano en el arado y mira atrás no es apto para el Reino de los cielos”. Mirar hacia atrás no es otra cosa que cambiar su propósito y volver a gustar las cosas de este mundo. No temáis cuando oigáis hablar de virtud y no os extrañéis de esta palabra. Porque la virtud no está lejos de nosotros: no nace fuera de nosotros; es asunto nuestro y la cosa más simple con tal que lo queramos.

    Los paganos abandonan su país y atraviesan el mar para estudiar. Nosotros, no tenemos ninguna necesidad de abandonar nuestro país para llegar al Reino de los cielos, ni cruzar el mar para adquirir la virtud. Porque el Señor ha dicho: “El Reino de los cielos está dentro de vosotros” (Lc 17,21). La virtud, pues, no tiene necesidad más que de nuestro querer, puesto que está en nosotros y nace de nosotros. Si el alma conserva su inteligencia natural, la virtud nace en nosotros. El alma se encuentra en su estado natural cuando permanece tal como ha sido creada; ha sido creada muy bella y muy recta. Por eso Josué, hijo de Nun, decía al pueblo exhortándolo: “Que vuestro corazón sea recto ante el Señor, el Dios de Israel” (Jos 24,23). Y Juan Bautista: “Allanad vuestros senderos” (Mt 3,3). El alma recta es la que conserva su inteligencia tal como ha sido creada. Por el contrario, cuando se desvía y abandona su estado natural, es entonces que se habla de vicios en el alma. La cos, pues, no es difícil… Si tuviéramos que buscar la cosa fuera de nosotros, eso sería lo verdaderamente difícil, pero, puesto que está en nosotros, guardémonos de pensamientos impuros y conservemos nuestra alma sólo para el Señor, como si hubiéramos recibido un depósito, de manera que el Señor pueda reconocer su obra al encontrar nuestra alma tal como él la ha hecho.



lunes, 28 de septiembre de 2015

“Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mi” Evangelio según San Lucas 9,46-50.



Libro de Zacarías 8,1-8. 

La palabra del Señor llegó en estos términos:
Así habla el Señor de los ejércitos: Siento un gran celo por Sión y ardo de pasión por ella.
Así habla el Señor: Yo he vuelto a Sión, y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén será llamada "Ciudad de la Fidelidad", y la montaña del Señor de los ejércitos, "Montaña Santa".
Así habla el Señor de los ejércitos: Los ancianos y las ancianas se sentarán de nuevo en las plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano, a causa de sus muchos años.
Las plazas de la ciudad se llenarán de niños y niñas, que jugarán en ellas.
Si esto parece imposible a los ojos del resto de este pueblo, ¿será también imposible para mí? -oráculo del Señor de los ejércitos-.
Así habla el Señor de los ejércitos: Yo salvo a mi pueblo de los países del oriente, y de los países donde se pone el sol.
Los haré volver y habitarán en medio de Jerusalén. Ellos serán mi Pueblo, y yo seré su Dios, en la fidelidad y en la justicia.



Salmo 102(101),16-18.19-21.29.22-23. 

Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.

Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.

Los hijos de tus servidores tendrán una morada
y su descendencia estará segura ante ti,
para proclamar en Sión el nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan los pueblos y los reinos,
y sirvan todos juntos al Señor.




Evangelio según San Lucas 9,46-50. 

Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande.
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo,
les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande".
Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros".
Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".

“Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mi”

    “Llevarán en brazos, dice la Escritura, a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo” (Is 66 12-13). La madre atrae hacia sí a sus hijos pequeños y nosotros buscamos a nuestra madre, la Iglesia. Todo ser débil y tierno, cuya debilidad tiene necesidad de ayuda, es gracioso, atrayente, hermosos; Dios no rechaza su ayuda a un ser tan joven. Los padres dedican una ternura especial a sus pequeños…De la misma manera, el Padre de toda la creación, acoge a los que se refugian en él, los regenera por el Espíritu  y los adopta como hijos; conoce cuan dulces son y a ellos solos ama, ayuda, protege; y por ello les llama sus hijos pequeños (cf Jn 13, 33)…

    El Santo Espíritu, por boca de Isaías, aplica al mismo Señor el término hijo pequeño: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado…” (Is 9,5). ¿Quién es este hijo pequeño, este recién nacido, a imagen del cual somos hijos pequeños? Por el mismo profeta, el Espíritu nos describe su grandeza: “Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz” (v. 6).

    ¡Oh el gran Dios! ¡Oh el niño perfecto! El Hijo está en el Padre y el Padre está en el Hijo ¿Podría no ser perfecta la instrucción que nos da este niño pequeño? Ella nos engloba a todos para guiarnos a nosotros, sus hijos pequeños. Ha extendido sus manos sobre nosotros y en ellas hemos puesto toda nuestra confianza. Es de este hijo pequeño de quien Juan Bautista da testimonio: “He aquí, dice, el cordero de Dios” (Jn 1,29). Puesto que la Escritura nombra corderos a los hijos pequeños, llama “cordero de Dios” al Verbo de Dios que se ha hecho hombre por nosotros y ha querido ser, en todo, semejante a nosotros, él, el Hijo de Dios, el hijito del Padre.


sábado, 26 de septiembre de 2015

«Los discípulos no comprendían sus palabras" Evangelio según San Lucas 9,43b-45.


Libro de Zacarías 2,5-9.14-15a.

Yo levanté los ojos, y tuve una visión: Había un hombre que tenía en la mano una cuerda de medir.
Entonces le pregunté: "¿A dónde vas?". El mes respondió: "Voy a medir Jerusalén, para ver cuánto tiene de ancho y cuánto de largo".
Mientras el ángel que hablaba conmigo estaba allí, otro ángel le salió a su encuentro
y le dijo: "Corre, habla a ese joven y dile: Jerusalén será una ciudad abierta por la gran cantidad de hombres y animales que habrá en ella.
Yo seré para ella -oráculo del Señor- una muralla de fuego a su alrededor, y seré su Gloria en medio de ella".
Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti -oráculo del Señor-.
Aquel día, muchas naciones se unirán al Señor: ellas serán un pueblo para él y habitarán en medio de ti. ¡Así sabrás que me ha enviado a ti el Señor de los ejércitos!



Libro de Jeremías 31,10.11-12ab.13.

¡Escuchen, naciones, la palabra del Señor,
anúncienla en las costas más lejanas!
Digan: «El que dispersó a Israel lo reunirá,
y lo cuidará como un pastor a su rebaño.»

Porque el Señor ha rescatado a Jacob,
lo redimió de una mano más fuerte que él.
Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor.

Entonces la joven danzará alegremente,
los jóvenes y los viejos se regocijarán;
yo cambiaré su duelo en alegría,
los alegraré y los consolaré de su aflicción.





Evangelio según San Lucas 9,43b-45.
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
"Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres".
Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.

«Los discípulos no comprendían sus palabras"

    Escuchad lo que pide el Señor: "Reconoced en mí vuestro cuerpo, vuestros miembros, vísceras, huesos y sangre» (cf. Lc 24,39). Y si lo que pertenece a Dios os causa  temor, ¿será que no os gusta lo que es vuestro? ... Tal vez, la enormidad de mi Pasión, de la que sois los autores, ¿os causa vergüenza? No tengáis miedo. Esta cruz no fue mortal para mí, sino para la muerte. Estos clavos no me penetran de dolores, sino de un amor más profundo hacia vosotros. Estas heridas no causan mis gemidos, sino que os permiten entrar más hondo en mi corazón. El acuartelamiento de mi cuerpo os abre los brazos, no aumenta mi tormento. Mi sangre no se ha perdido para mí, ha sido vertida para vuestro rescate (Mc 10; 45).

    "Venid, pues, volved a mí y reconoced a vuestro Padre, al ver que os da bien a cambio de mal,  amor a cambio de ultrajes y mucha caridad a cambio de grandes heridas.





jueves, 24 de septiembre de 2015

“Herodes trataba de ver a Jesús” Evangelio según San Lucas 9,7-9.



Libro de Ageo 1,1-8. 

En el segundo año del rey Darío, el primer día del sexto mes, la palabra del Señor fue dirigida, por medio del profeta Ageo, a Zorababel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá y a Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, en estos términos:
Así habla el Señor de los ejércitos: Este pueblo dice: "Todavía no ha llegado el momento de reconstruir la Casa del Señor".
Y la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos:
¿Es este acaso el momento de que ustedes vivan en sus casas revestidas de madera, mientras esta Casa está en ruinas?
Ahora bien, así habla el Señor de los ejércitos: ¡Consideren la situación en que se encuentran!
Ustedes han sembrado mucho, pero han cosechado poco; han comido, pero no se han saciado; han bebido, pero no han apagado su sed; se han vestido, pero no se han abrigado; y el asalariado ha puesto su jornal en saco roto.
a Así habla el Señor de los ejércitos:
Suban a la montaña traigan madera y reconstruyan la Casa; yo la aceptaré gustoso y manifestaré mi gloria, dice el Señor. ¡Consideren la situación en que se encuentran!



Salmo 149(148),1-2.3-4.5-6a.9b. 

Canten al Señor un canto nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que Israel se alegre por su Creador
y los hijos de Sión se regocijen por su Rey.

Celebren su Nombre con danzas,
cántenle con el tambor y la cítara,
porque el Señor tiene predilección por su pueblo
y corona con el triunfo a los humildes.

Que los fieles se alegren por su gloria
y canten jubilosos en sus fiestas.
Glorifiquen a Dios con sus gargantas;
ésta es la victoria de todos sus fieles.





Evangelio según San Lucas 9,7-9. 

El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado".
Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado".
Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.

“Herodes trataba de ver a Jesús”

    Los profetas, pues anunciaban por anticipado que Dios sería visto por los hombres, conforme a lo que dice también el Señor: “Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”(Mt 5,8).Ciertamente, según su grandeza y gloria inenarrable, “nadie puede ver a Dios y quedar con vida”(Ex 33,20), pues el Padre es incomprensible. Sin embargo, según su amor, su bondad hacia los hombres y su omnipotencia, el Padre llega hasta a conceder a quienes aman el privilegio de ver a Dios,-como profetizaban los profetas- pues “lo que el hombre no puede, lo puede Dios”(Lc 18,27).

    El hombre por sí mismo no puede ver a Dios; pero Dios, si quiere, puede manifestarse a los hombres: a quien quiera, cuando quiera y como quiera. Dios, que todo lo puede, fue visto en otro tiempo por los profetas en el Espíritu, ahora es visto en el Hijo gracias a la adopción filial y será visto en el reino de los cielos como Padre. En efecto, el Espíritu prepara al hombre para recibir al Hijo de Dios, el Hijo lo conduce al Padre, y el Padre en la vida eterna le da la inmortalidad, que es la consecuencia de ver a Dios. Pues del mismo modo que quienes ven la luz están en la luz y perciben su esplendor, así también los que ven a Dios están en Dios y perciben su esplendor. Ahora bien, la claridad divina es vivificante. Por tanto, los que  contemplan a Dios tienen parte en la vida divina.



domingo, 20 de septiembre de 2015

“Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” Evangelio según San Marcos 9,30-37.


Libro de la Sabiduría 2,12.17-20.

«Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida.
Veamos si sus palabras son verdaderas y comprobemos lo que le pasará al final.
Porque si el justo es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de sus enemigos.
Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia.
Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará.»



Salmo 54(53),3-4.5.6.8.

Dios mío, sálvame por tu Nombre,
defiéndeme con tu poder.
Dios mío, escucha mi súplica,
presta atención a las palabras de mi boca.

pPorque gente soberbia se ha alzado contra mí,
hombres violentos atentan contra mi vida,
sin tener presente a Dios.
Pero Dios es mi ayuda,

el Señor es mi verdadero sostén:
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
daré gracias a tu Nombre, porque es bueno




Epístola de Santiago 3,16-18.4,1-3. 

Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad.
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera.
Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.
¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros?
Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra. Ustedes no tienen, porque no piden.
O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones.



Evangelio según San Marcos 9,30-37. 

Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, 
porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará". 
Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. 
Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?". 
Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. 
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". 
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: 
"El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado". 

“Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”

    Acuérdate tú de este proverbio: “Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes”(Pr 3,4). Ten presente la palabra del Señor: “quien se humilla será elevado, y quien se eleva será abajado”(Mt 23, 12)... Si te parece tener una cosa buena, ponlo en tu cuenta, pero sin olvidar tus faltas; no te engríes de que hoy tu  haces el bien, no apartes el mal reciente y pasado; si el presente te da motivo de vanagloria, acuérdate del pasado;¡es así que tú percibirás el estúpido absceso! Y si tus ves a tu prójimo pecar, guárdate de no considerar en él esa falta, pero piensa también lo que hace y dónde él hace el bien; y recuerda, tú le descubrirás  mejor que a ti, si examinas en conjunto tu vida y no haces el cálculo de cosas fragmentarias. Pues Dios no examina al hombre de un modo fragmentario...Estamos nosotros llamados a recordar todo eso para preservarnos del orgullo, nos abajamos para ser elevados.

    Imitemos al Señor que bajó del cielo hasta el último descenso... Pero después de tal descenso, el hizo brillar su gloria, glorificando con él a aquellos que habían sido despreciados con él. Tales en efecto estaban bien, sus bienaventurados primeros discípulos, ellos que pobres y desnudos, recorrerán el universo, sin palabras de sabiduría, sin escolta fastuosa, solos, errantes y en la pena, vagabundos, sobre la tierra y el mar, golpeados por varas, lapidados, perseguidos, y finalmente expuestos a la muerte. Tales son para nosotros las enseñanzas divinas de nuestro Padre. Imitémosles para llegar, también nosotros, a la gloria eterna, ese don perfecto y verdadero de Cristo.




sábado, 19 de septiembre de 2015

Dar frutos de perseverancia, Evangelio según San Lucas 8,4-15.





Primera Carta de San Pablo a Timoteo 6,13-16. 

Yo te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y delante de Cristo Jesús, que dio buen testimonio ante Poncio Pilato:
observa lo que está prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo,
Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores,
el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A él sea el honor y el poder para siempre! Amén.



Salmo 100(99),2.3.4.5. 

Sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan que el Señor es Dios:

él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entren por sus puertas dando gracias,

entren en sus atrios con himnos de alabanza,
alaben al Señor y bendigan su Nombre.
¡Qué bueno es el Señor!

Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.






Evangelio según San Lucas 8,4-15. 

Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:
"El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.
Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.
Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno". Y una vez que dijo esto, exclamó: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!".
Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola,
y Jesús les dijo: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.
La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios.
Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.


Dar frutos de perseverancia

    Que la palabra que habéis recibido resuene en el fondo de vuestro corazón y permanezca en vosotros. Procurad que la semilla no caiga al borde del camino, no sea que el espíritu maligno venga y aleje la palabra de vuestra memoria. Tened cuidado que la tierra rocosa no deje brotar la semilla y no produzca buenas obras, ya que quedaría desprovista de raíces de perseverancia. Muchos, en efecto, se alegran al escuchar la palabra y se disponen a las buenas obras. Pero, apenas se presentan las pruebas, renuncian a lo que habían comenzado. Así, el suelo rocoso, por falta de agua, no deja germinar la semilla y no llega a dar el fruto de la perseverancia.

    Pero la buena tierra da el fruto de la paciencia: entendamos que nuestras buenas obras pueden tener valor si soportamos con paciencia la indiferencia de nuestro prójimo. Porque, cuanto más progresamos hacia la perfección, más pruebas tendremos que soportar. Cuando el alma ha abandonado el amor del mundo presente, la hostilidad de este mundo aumenta. Por esto vemos a muchos cargados con pesados fardos (cf Mt 11,28) aunque su obras sean buenas... Pero, según la palabra del Señor: “darán fruto por su constancia”, soportando con humildad las pruebas, aunque, después de haber sufrido con constancia, serán invitados a la paz del cielo.





viernes, 18 de septiembre de 2015

« Los doce estaban con Él, y también las mujeres » Evangelio según San Lucas 8,1-3.



Primera Carta de San Pablo a Timoteo 6,2c-12. 

Y si sus dueños son creyentes, que no los respeten menos por el hecho de ser hermanos. Al contrario, que pongan mayor empeño en servirlos, porque así benefician a hermanos queridos en la fe. Enseña todo esto, e insiste en ello. 
Si alguien enseña otra cosas y no se atiene a los preceptos saludables de nuestro Señor Jesucristo, ni a la doctrina que es conforme a la piedad, es un ignorante y un orgulloso, ávido de discusiones y de vanas polémicas. De allí nacen la envidia, la discordia, los insultos, las sospechas malignas y los conflictos interminables, propios de hombres mentalmente corrompidos y apartados de la verdad, que pretenden hacer de la piedad una fuente de ganancias. 
Sí, es verdad que la piedad reporta grandes ganancias, pero solamente si va unida al desinterés. 
Porque nada trajimos cuando vinimos al mundo, y al irnos, nada podremos llevar. 
Contentémonos con el alimento y el abrigo. 
Los que desean ser ricos se exponen a la tentación, caen en la trampa de innumerables ambiciones, y cometen desatinos funestos que los precipitan a la ruina y a la perdición. 
Porque la avaricia es la raíz de todos los males, y al dejarse llevar por ella, algunos perdieron la fe y se ocasionaron innumerables sufrimientos. 
En lo que a ti concierne, hombre Dios, huye de todo esto. Practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad. 
Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos. 



Salmo 49(48),6-7.8-10.17-18.19-20. 

¿Por qué voy a temer
en los momentos de peligro,
cuando me rodea la maldad de mis opresores,
de esos que confían en sus riquezas

y se jactan de su gran fortuna?
No, nadie puede rescatarse a sí mismo
ni pagar a Dios el precio de su liberación,
el precio de su rescate es demasiado caro,

y todos desaparecerán para siempre.
para poder seguir viviendo eternamente
sin llegar a ver el sepulcro:
No te preocupes cuando un hombre

se enriquece
o aumenta el esplendor de su casa:
cuando muera, no podrá llevarse nada,
su esplendor no bajará con él.

Aunque en vida se congratulaba, diciendo:
“Te alabarán porque lo pasas bien”,
igual irá a reunirse con sus antepasados,
con esos que nunca verán la luz.




Evangelio según San Lucas 8,1-3. 

Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

« Los doce estaban con Él, y también las mujeres »

    El hecho de ser hombre o mujer, no comporta ninguna restricción en lo que concierne a la misión, de la misma manera que la acción salvífica y santificante del Espíritu en el hombre no está limitada por el hecho de ser judío o griego, esclavo o libre, según nos viene expresado en las palabras bien conocidas del apóstol Pablo: « Porque todos no formáis más que uno en Cristo Jesús » (Gal 3,28).

    Esta unidad no suprime las diferencias. El Espíritu, que hace realidad esta unidad en el orden sobrenatural de la gracia santificante, contribuye, en la misma medida, al hecho de que « vuestros hijos e hijas profetizarán » (Jl 3,1). Profetizar significa expresar, a través de la palabra y la vida « las maravillas de Dios » (Hch 2,11), salvaguardando la verdad y la originalidad de cada persona, sea hombre o mujer. La igualdad evangélica, la paridad del hombre y la mujer frente a las maravillas de Dios, tal como nos ha sido manifestada con total claridad en las obras y las palabras de Jesús de Nazaret, constituye el fundamento más evidente de la dignidad y la vocación de la mujer en la Iglesia y en el mundo. Toda vocación tiene un sentido profundamente personal y profético. En la vocación así comprendida, la personalidad de la mujer encuentra una dimensión del todo nueva : es la dimensión de las « maravillas de Dios » de las cuales la mujer es sujeto viviente y testimonio irreemplazable.



martes, 15 de septiembre de 2015

Evangelio según San Lucas 7,11-17.



Primera Carta de San Pablo a Timoteo 3,1-13.

Es muy cierta esta afirmación: "El que aspira a presidir la comunidad, desea ejercer una noble función".
Por eso, el que preside debe ser un hombre irreprochable, que se haya casado una sola vez, sobrio, equilibrado, ordenado, hospitalario y apto para la enseñanza.
Que no sea afecto a la bebida ni pendenciero, sino indulgente, enemigo de las querellas y desinteresado.
Que sepa gobernar su propia casa y mantener a sus hijos en la obediencia con toda dignidad.
Porque si no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar la Iglesia de Dios?
Y no debe ser un hombre recientemente convertido, para que el orgullo no le haga perder la cabeza y no incurra en la misma condenación que el demonio.
También es necesario que goce de buena fama entre los no creyentes, para no exponerse a la maledicencia y a las redes del demonio.
De la misma manera, los diáconos deben ser hombres respetables, de una sola palabra, moderados en el uso del vino y enemigos de ganancias deshonestas.
Que conserven el misterio de la fe con una conciencia pura.
Primero se los pondrá a prueba, y luego, si no hay nada que reprocharles, se los admitirá al diaconado.
Que las mujeres sean igualmente dignas, discretas para hablar de los demás, sobrias y fieles en todo.
Los diáconos deberán ser hombres casados una sola vez, que gobiernen bien a sus hijos y su propia casa.
Los que desempeñan bien su ministerio se hacen merecedores de honra y alcanzan una gran firmeza en la fe de Jesucristo.



Salmo 100(99),1-2.3.5.6.

Aclame al Señor toda la tierra,
sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan que el Señor es Dios:

él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.



Evangelio según San Lucas 7,11-17.

Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.
Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba.
Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores".
Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, yo te lo ordeno, levántate".
El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo".
El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.




lunes, 14 de septiembre de 2015

"También es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, (...) para que todo el que cree en él no muera" Evangelio según San Juan 3,13-17.




Libro de los Números 21,4b-9.

En el camino, el pueblo perdió la paciencia
y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!".
Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas.
El pueblo acudió a Moisés y le dijo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes". Moisés intercedió por el pueblo,
y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.



Salmo 78(77),1-2.34-35.36-37.38. 

Pueblo mío, escucha mi enseñanza,
presta atención a las palabras de mi boca:
yo voy a recitar un poema,
a revelar enigmas del pasado.

Cuando los hacía morir, lo buscaban
y se volvían a él ansiosamente:
recordaban que Dios era su Roca,
y el Altísimo, su libertador.

Pero lo elogiaban de labios para afuera
y mentían con sus lenguas;
su corazón no era sincero con él
y no eran fieles a su alianza.

El Señor, que es compasivo,
los perdonaba en lugar de exterminarlos;
una y otra vez reprimió su enojo
y no dio rienda suelta a su furor.




Evangelio según San Juan 3,13-17. 

Jesús dijo a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

"También es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, (...) para que todo el que cree en él no muera"

    ¡Cristo está hoy en fe cruz y nosotros celebramos fiesta! ¡Para que conozcas que la Cruz es fiesta y solemnidad espiritual! Anteriormente la cruz era cosa de condenación; pero ahora, en cambio, ha venido a ser cosa de honra. Anteriormente era señal de condenación; actualmente lo es de salvación.

 Ella nos ha sido causadora de innumerables bienes. Ella nos libró del error; ella nos iluminó cuando estábamos sentados en las tinieblas; ella nos reconcilió con Dios cuando ya estábamos vencidos, y de enemigos nos hizo sus domésticos, y de alejados nos hizo vecinos de Dios. Ella es destrucción de la enemistad, guardiana de la paz, tesoro de bienes infinitos.

    Por ella no vagamos ya en los desiertos, porque hemos conocido el camino verdadero; ya no vivimos fuera del palacio, pues hemos encontrado la puerta; no tememos los dardos encendidos del diablo, porque hemos encontrado la fuente. Por la cruz ya no estamos en viudedad, pues hemos recibido al Esposo; no tememos al lobo, pues hemos encontrado al Pastor. Por la cruz no tememos ya al tirano, pues estamos al lado del Rey.

    Y por esto, al celebrar la memoria de la Cruz, hacemos fiesta por la Cruz: “¡Celebrémosla, dice Pablo, no con la vieja levadura, sino con ázimos de pureza y de verdad.” (1Co 5,8) Y luego, añadiendo la causa, prosigue así: “¡Porque nuestra Pascua, Cristo, ya ha sido inmolado!” ((1Co 5,7).



domingo, 13 de septiembre de 2015

«Que me siga» Evangelio según San Marcos 8,27-35.



Libro de Isaías 50,5-9a.

El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás.
Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado.
Está cerca el que me hace justicia: ¿quién me va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos! ¿Quién será mi adversario en el juicio? ¡Que se acerque hasta mí!
Sí, el Señor viene en mi ayuda: ¿quién me va a condenar?



Salmo 116(114),1-2.3-4.5-6.8-9.

Amo al Señor, porque él escucha
el clamor de mi súplica,
porque inclina su oído hacia mí,
cuando yo lo invoco.

Los lazos de la muerte me envolvieron,
me alcanzaron las redes del Abismo,
caí en la angustia y la tristeza;
entonces invoqué al Señor:

“¡Por favor, sálvame la vida!”.
El Señor es justo y bondadoso,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor protege a los sencillos:

yo estaba en la miseria y me salvó.
Él libró mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída.
Yo caminaré en la presencia del Señor,

en la tierra de los vivientes.



Epístola de Santiago 2,14-18.

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo?
¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario,
les dice: "Vayan en paz, caliéntense y coman", y no les da lo que necesitan para su cuerpo?
Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta.
Sin embargo, alguien puede objetar: "Uno tiene la fe y otro, las obras". A ese habría que responderle: "Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe"



Evangelio según San Marcos 8,27-35. 

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas".
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías".
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días;
y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.

«Que me siga»

    Cuando el Señor nos dice en el Evangelio: « Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo », nos parece que nos manda una cosa difícil y consideramos que nos impone un yugo pesado. Pero, si el que nos manda es el mismo que nos ayuda a cumplir su mandato, eso ya no es difícil...

    ¿Adónde debemos seguir a Cristo sino allá donde Él se ha ido? Ahora bien, sabemos que Él ha resucitado y ha subido al cielo: es allí donde debemos seguirle. Es necesario, ciertamente, que no nos dejemos invadir por la desesperación, porque, si bien es cierto que no podemos nada por nosotros mismos, tenemos la promesa de Cristo. El cielo estaba muy lejos de nosotros antes que nuestra Cabeza subiera hasta él. En adelante, si somos los miembros de esta Cabeza (Col 1,18) ¿por qué desesperar de poder llegar al cielo? Si es cierto que en esta tierra estamos agobiados por tantas inquietudes y sufrimientos, sigamos a Cristo en quien encontramos la felicidad perfecta, la paz suprema y la tranquilidad eterna.

    Más,el hombre que desea seguir a Cristo, escuchará estas palabras del apóstol Juan: « Quien declara permanecer en Cristo debe él mismo seguir el mismo camino que Jesús ha seguido » (1Jn 2,6). ¿Quieres seguir a Cristo? Sé humilde tal como Él lo ha sido. ¿Quieres unirte a Él en las alturas? No menosprecies su humillación bajándose hasta nosotros.





viernes, 11 de septiembre de 2015

El discípulo aventajado será como su maestro, Evangelio según San Lucas 6,39-42.



Primera Carta de San Pablo a Timoteo 1,1-2.12-14.

Pablo, Apóstol de Jesucristo por mandato de Dios, nuestro Salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza,
saluda a Timoteo, su verdadero hijo en la fe. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz que proceden de Dios padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor.
Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio
a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia.
Y sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor, junto con la fe y el amor de Cristo Jesús.



Salmo 16(15),1-2a.5.7-8.11.

Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi bien.»

El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte!
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!

Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,

de felicidad eterna a tu derecha.



Evangelio según San Lucas 6,39-42. 


Jesús hizo a sus discípulos esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? 
El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. 
¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? 
¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo', tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano." 

El discípulo aventajado será como su maestro

    «El discípulo no es más que su maestro, si bien cuando termine su aprendizaje, será como su maestro» Los bienaventurados discípulos estaban destinados a ser guías y maestros espirituales de toda la tierra. Debían, pues, dar prueba, más que los demás, de un fervor sobresaliente, estar familiarizados con la manera de vivir según el Evangelio y acostumbrados a practicar toda obra buena. Debían transmitir a los que instruirían la doctrina exacta, saludable y estrictamente según la verdad, después de haberla contemplado ellos mismos y haber dejado que la luz divina iluminara su inteligencia. Sin lo cual serían ciegos conduciendo a otros ciegos. Porque los que están sumergidos en las tinieblas de la ignorancia no pueden conducir al conocimiento de la verdad a los hombres que son víctimas de la misma ignorancia. Por otra parte, no querrían que cayeran todos juntos en el abismo de sus malas tendencias.

    Por eso el Señor ha querido frenar la pendiente que conduce a la jactancia que se encuentra en tanta gente, y disuadirlos de querer rivalizar con sus maestros para llegar a tener más reputación que éstos. Les dijo: «El discípulo no es más que su maestro». Aunque algunos llegaran a un grado de virtud igual a sus predecesores, deberían, sobre todo, imitar su modestia. Pablo nos da prueba de ello cuando dice: «Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo» (1C 11,1).

    Siendo así ¿por qué juzgas cuando el Maestro todavía no ha juzgado? Porque él no vino al mundo para  juzgarlo (Jn 12,47) sino para salvarlo... «Si yo no juzgo, dice, tampoco juzgues tú que eres mi discípulo. Es posible que tú seas culpable de aquel a quien juzgas... ¿Por qué tienes que mirar la paja en el ojo de tu hermano?»




miércoles, 9 de septiembre de 2015

«Dichosos los pobres… Dichosos los que lloráis» Evangelio según San Lucas 6,20-26.



Carta de San Pablo a los Colosenses 3,1-11. 

Hermanos:
Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.
Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios.
Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.
Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría.
Estas cosas provocan la ira de Dios.
Ustedes mismos se comportaban así en otro tiempo, viviendo desordenadamente.
Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras.
Tampoco se engañen los unos a los otros. Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras
y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador.
Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos.



Salmo 145(144),2-3.10-11.12-13ab.

Señor, día tras día te bendeciré,
y alabaré tu Nombre sin cesar.
¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza:
su grandeza es insondable!

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.




Evangelio según San Lucas 6,20-26. 

Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»

«Dichosos los pobres… Dichosos los que lloráis»

    «Bienaventurados los pobres.» No todos los pobres son bienaventurados; porque la pobreza es una cosa neutra : puede haber pobres buenos y pobres malos…Bienaventurado el pobre que ha clamado al Señor y ha sido escuchado (Sl 33,7) : pobre de faltas, pobre de vicios, el pobre en quien el príncipe de este mundo nada ha encontrado (Jn 14,30), pobre a imitación de ese Pobre, el cual, siendo rico se ha hecho pobre por nosotros (2Co 8,9). Es por eso que Mateo da una explcación más completa : «Dichosos los pobres en espíritu», porque el pobre en espíritu no se hincha, no se ensalza en un pensamiento totalmente humano. Así es la primera bienaventuranza.

    [«Bienaventurados los mansos» escribe, seguidamente, Mateo.] Habiendo dejado todo pecado…, estando contento de mi simplicidad, desnudo de mal, sólo me falta moderar mi carácter. ¿De qué me sirve no poseer bienes de este mundo si no soy manso y pacífico? Puesto que seguir el camino recto quiere decir seguir a aquél que dice : «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29)…

    Hecho esto, acuérdate de que eres pecador: llora tus pecados, llora tus faltas. Está bien que la tercera bienaventuranza sea para los que lloran sus pecados, porque es la Trinidad la que perdona los pecados. Purifícate, pues, con tus lágrimas y lávate con tu llanto. Si lloras por tí mismo, nadie tendrá que llorarte… Cada uno tiene sus muertos por quien llorar; estamos muertos cuando pecamos… Que el que es pecador llore, pues, por él mismo y se corrija para llegar a ser justo, porque «el justo se acusa a sí mismo» (Pr 18,17).



domingo, 6 de septiembre de 2015

«Todo lo ha hecho bien» Evangelio según San Marcos 7,31-37.




Libro de Isaías 35,4-7a.

Digan a los que están desalentados: "¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a salvarlos!".
Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos;
entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa;
el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los chacales será un paraje de caña y papiros.



Salmo 146(145),7.8-9a.9bc-10. 

El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos.
Abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.

El Señor ama a los justos
el Señor protege a los extranjeros.
El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda;
y entorpece el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.





Epístola de Santiago 2,1-5. 

Hermanos, ustedes que creen en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan acepción de personas. 
Supongamos que cuando están reunidos, entra un hombre con un anillo de oro y vestido elegantemente, y al mismo tiempo, entra otro pobremente vestido. 
Si ustedes se fijan en el que está muy bien vestido y le dicen: "Siéntate aquí, en el lugar de honor", y al pobre le dicen: "Quédate allí, de pie", o bien: "Siéntate a mis pies", 
¿no están haciendo acaso distinciones entre ustedes y actuando como jueces malintencionados? 
Escuchen, hermanos muy queridos: ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido a los que lo aman? 



Evangelio según San Marcos 7,31-37. 

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. 
Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. 
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. 
Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete". 
Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. 
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos". 

«Todo lo ha hecho bien»

     La Ley divina narra las obras que Dios ha hecho al crear el mundo, y añade: «Vio que todo lo que había hecho era muy bueno» (Gn 1,31)... El Evangelio narra la obra de la Redención y de la nueva creación, y dice igualmente: «Todo lo ha hecho bien» (Mc 7,37)... Indudablemente que por su misma naturaleza, el fuego sólo puede dar calor y no puede producir frío; el sol sólo puede dar luz, y o puede ser causa de tinieblas. Igualmente Dios sólo puede hacer cosas buenas porque él es la bondad infinita, la luz misma. Es el sol que esparce una luz infinita y es el fuego que da un calor infinito: «Todo lo ha hecho bien»... 

     La Ley dice que todo lo que Dios ha hecho es bueno, y el Evangelio dice que todo lo ha hecho bien. Ahora bien, hacer cosas buenas no significa pura y simplemente hacerlo todo bien. Es verdad que muchos hacen cosas buenas pero no las hacen bien, como es el caso de los hipócritas que hacen ciertas cosas buenas, pero con un mal espíritu, con una intención perversa y falsa. Dios hace todas las cosas buenas y las hace bien. «El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones» (Sl 144,17)... Y si Dios, sabiendo que encontramos nuestro gozo en lo que es bueno, ha hecho para nosotros buenas todas sus obras y las ha hecho bien ¿porqué no nos apresuramos a hacer de buena gana obras buenas y hacerlas bien, puesto que sabemos que Dios encuentra en ello su gozo?




sábado, 5 de septiembre de 2015

Hacer que Cristo sea el Señor de nuestro sabbat, Evangelio según San Lucas 6,1-5.




Carta de San Pablo a los Colosenses 1,21-23. 

Antes, a causa de sus pensamientos y sus malas obras, ustedes eran extraños y enemigos de Dios.
Pero ahora, él los ha reconciliado en el cuerpo carnal de su Hijo, entregándolo a la muerte, a fin de que ustedes pudieran presentarse delante de él como una ofrenda santa, inmaculada e irreprochable.
Para esto es necesario que ustedes permanezcan firmes y bien fundados en la fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia que han oído y que fue predicada a todas las criaturas que están bajo el cielo y de la cual yo mismo, Pablo, fui constituido ministro.



Salmo 54(53),3-4.6.8. 

Dios mío, sálvame por tu Nombre,
defiéndeme con tu poder.
Dios mío, escucha mi súplica,
presta atención a las palabras de mi boca.

Pero Dios es mi ayuda,
el Señor es mi verdadero sostén:
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
daré gracias a tu Nombre, porque es bueno




Evangelio según San Lucas 6,1-5. 

Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían.
Algunos fariseos les dijeron: "¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?".
Jesús les respondió: "¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,
cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?".
Después les dijo: "El hijo del hombre es dueño del sábado".

Hacer que Cristo sea el Señor de nuestro sabbat

    La Eucaristía forma parte del domingo. En la mañana de Pascua, primero a las mujeres, después a los discípulos, el Señor les hizo la gracia de verle. Desde entonces han sabido que el primer día de la semana, el domingo, sería un día dedicado a Él, el día de Cristo. El día en que comenzó la creación sería el día de su renovación. Creación y redención van juntas.

    Eso es lo que hace que el domingo sea tan importante. Es bueno que, en nuestros días, y en muchas de nuestras culturas, el domingo sea un día libre, o bien que, con el sábado, lleguen a constituir eso que llamamos ahora el «fin de semana» libre. De todas manera, ese tiempo libre, permanece vacío si Dios no está presente.

    ¡Queridos amigos! Alguna vez, al principio, puede ser que nos sea incómodo el deber de dejar un lugar para la Misa en el programa del domingo. Pero si tomáis este compromiso, podréis constatar también que es precisamente ella es la que da el justo centro al  tiempo libre. De ninguna manera os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía del domingo, y ayudad también a los demás a descubrirla. Puesto que de ella se desprende el gozo del cual tenemos necesidad, seguramente hemos de aprender a comprender siempre y cada vez más, su profundidad, hemos de aprender a amarla. ¡Comprometámonos en este sentido, vale la pena! Descubramos la profunda riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza: no es que hagamos una fiesta para nosotros, sino todo lo contrario, es el mismo Dios viviente quien prepara una fiesta para nosotros.



viernes, 4 de septiembre de 2015

Unión de Cristo y de la Iglesia....y llegarán a ser una sola carne, Evangelio según San Lucas 5,33-39.




Carta de San Pablo a los Colosenses 1,15-20. 

El es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación,
porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él.
El existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él.
El es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. El es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo,
porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud.
Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.



Salmo 100(99),1.2.3.4.5. 

Aclame al Señor toda la tierra,
sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan que el Señor es Dios:

él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entren por sus puertas dando gracias,
entren en sus atrios con himnos de alabanza,

alaben al Señor y bendigan su Nombre.
¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.






Evangelio según San Lucas 5,33-39. 

En aquel tiempo, los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: "Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben".
Jesús les contestó: "¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos?
Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar".
Les hizo además esta comparación: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más.
¡A vino nuevo, odres nuevos!
Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor".


“...y llegarán a ser una sola carne. Gran misterio éste, que yo relaciono con la unión de Cristo y de la Iglesia.” (Ef 5,31)

    Una unión extraña y extraordinaria se realizó cuando “el Verbo se hizo carne” en el seno de la Virgen y “habitó entre nosotros” (Jn 1,14). Así como todos los elegidos son resucitados en Cristo cuando él resucitó, así en él se han celebrado unas bodas: La Iglesia ha sido unida a un Esposo por los lazos del matrimonio cuando el Hombre-Dios recibió en plenitud los dones del Espíritu Santo y cuando toda la divinidad ha venido a habitar en un cuerpo semejante al nuestro... Cristo se hizo hombre por el Espíritu Santo y, “como un esposo que sale de su alcoba” (Sal 18,6) sale del seno de la Virgen que hizo de alcoba nupcial. Pero la Iglesia, renaciendo del agua y del Espíritu se convierte en un solo cuerpo en Cristo, de manera que “son una sola carne” (Mt 19,5), lo que, relacionado con Cristo y la Iglesia “es un gran misterio” (cf Ef, 5,31)

    Este matrimonio dura desde la encarnación de Cristo hasta el momento en que Cristo volverá y que todos los ritos de la unión nupcial se habrán cumplido. Entonces, los que están preparados y habrán cumplido las condiciones de esta unión tan sublime, entrarán con él, llenos de reverencia, en la sala de las bodas eternas (Mt 25,10. En espera, la Esposa prometida a Cristo camino hacia su Esposo, guardando fielmente la alianza con él en la fe y la ternura hasta que él vuelva.




miércoles, 2 de septiembre de 2015

“El sale y se retira a un lugar desierto”. Evangelio según San Lucas 4,38-44.




Carta de San Pablo a los Colosenses 1,1-8.

Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo
saludan a los santos de Colosas, sus fieles hermanos en Cristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre.
Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando sin cesar por ustedes,
desde que nos hemos enterado de la fe que tienen en Cristo Jesús y del amor que demuestran a todos los santos, a causa de la esperanza que les está reservada en el cielo. Ustedes oyeron anunciar esta esperanza por medio de la Palabra de la verdad, de la Buena Noticia que han recibido y que se extiende y fructifica en el mundo entero. Eso mismo sucede entre ustedes, desde que oyeron y comprendieron la gracia de Dios en toda su verdad, al ser instruidos por Epafras, nuestro querido compañero en el servicio de Dios. El es para ustedes un fiel ministro de Cristo, y por él conocimos el amor que el Espíritu les inspira.



Salmo 52(51),10.11. 

Yo, como un olivo frondoso 
en la casa de Dios, 
he puesto para siempre mi confianza 
en la misericordia del Señor.

Te daré gracias eternamente 
por lo que has hecho, 
y proclamaré la bondad de tu Nombre 
delante de tus fieles.





Evangelio según San Lucas 4,38-44.

Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella.
Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.
Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.
Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos.
Pero él les dijo: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado".
Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.


“El sale  y se retira a un lugar desierto”.

    Oh tú, que eres mi refugio y mi fuerza, condúceme, como hiciste antiguamente con tu siervo Moisés, al corazón de tu desierto, a la llama que arde sin consumirse (cf. Ex 3), allí donde el alma, invadida por el fuego del Espíritu, se vuelve ardiente, sin consumirse, se purifica.

    Allí no se puede residir y no se avanza más hasta tener desatados los vínculos de las trabas carnales, allí el que está, sin duda no se deja ver tal cual es, pero sin embargo se le entiende decir: “¡Yo soy el que soy!”Allí él hace bien al cubrirse el rostro para no mirar al Señor cara a cara (2R 19, 23), pero debe ejercer de sacerdote y escuchar, en la humildad de la obediencia, para distinguir lo que dice Dios al interior del corazón.

    Mientras tanto, Señor, escóndeme en lo escondido de tu morada (Ps 27,5) durante el día adverso; escóndeme en lo escondido de tu rostro, lejos de las intrigas de las lenguas (Ps 31,2); pues tu yugo es suave y ligera tu carga(Mt 11,30), tú me las has impuesto. Y cuando tu me hagas sentir la distancia de  tu servicio con el  del siglo, con una voz tierna y dulce me pedirás sí es más agradable servirte a ti el Dios vivo, que a los dioses extranjeros. Entonces, yo adoro esta mano que pesa sobre mí  te digo: “¡Ellos, los otros maestros, me han dominado, más que tú bastante tiempo! ¡Yo quiero pertenecerte a ti sólo, pues tu brazo me sostiene!





martes, 1 de septiembre de 2015

“¿Qué es esto? -Una doctrina nueva, llena de autoridad.” Evangelio según San Lucas 4,31-37.




Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 5,1-6.9-11.

Hermanos:
En cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba.
Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche.
Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores de parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón:
todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas.
No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios.
Porque Dios no nos destinó para la ira, sino para adquirir la salvación por nuestro Señor Jesucristo,
que murió por nosotros, a fin de que, velando o durmiendo, vivamos unidos a él.
Anímense, entonces, y estimúlense mutuamente, como ya lo están haciendo.



Salmo 27(26),1.4.13-14.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.

Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.






Evangelio según San Lucas 4,31-37.

Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados.
Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza;
"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios".
Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño.
El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!".
Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

“¿Qué es esto? -Una doctrina nueva, llena de autoridad.”

    “La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo.” (Hb 4,12)... Actúa en la creación del mundo, en la evolución del mundo y en la redención. ¿Qué hay de más eficaz y más fuerte? “Quién puede contar las hazañas del Señor, y proclamar todas sus alabanzas?” (Sal 105,2)

    La eficacia de la Palabra se manifiesta en sus obras; también se manifiesta en la predicación. No retorna a Dios sin haber producido su efecto sino que aprovecha a todos a los que es enviada.(Is 55,11) Es “viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo” (Hb 4,12) cuando es recibido con fe y amor. ¿Qué hay de imposible para aquel que cree, qué hay de difícil al que ama? Cuando la Palabra de Dios resuena, traspasa el corazón del creyente, como una flecha aguda del guerrero. (cf Sal 119,4) Entra en el corazón como un dardo y se instala en lo profundo de su intimidad. Sí, esta Palabra es más tajante que una espada de doble filo porque es más incisiva que cualquier otra fuerza o poder, más sutil que todas las agudezas humanas, más eficaz que la penetración de toda la sabiduría humana.