sábado, 4 de abril de 2015

Salmo 118(117),1-2.16ab-17.22-23


¡Den gracias al Señor, porque es bueno, 
porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel: 
¡es eterno su amor!

La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.
No, no moriré: 
viviré para publicar lo que hizo el Señor.

La piedra que desecharon los constructores 
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor 
y es admirable a nuestros ojos.






1. Hemos oído, hermanos, que el Espíritu Santo nos amonesta y exhorta a que ofrezcamos el sacrificio de confesión a Dios. La confesión o es de alabanza a Dios o es de nuestros pecados. La confesión por la que confesamos a Dios nuestros pecados es conocida de todos, y de tal modo, que el común del pueblo medianamente instruido en la santa Escritura cree que sólo ésta se denomina "confesión"; y así, cuando pronuncia el lector esta palabra, al instante se oye el ruido piadoso de los que se golpean el pecho.
Pero deben notar de qué modo se dijo en otro salmo: Entraré al lugar del admirable tabernáculo, hasta la casa de Dios, con voz de regocijo y confesión {alabanza} de sonido del que celebra fiesta.
Aquí patentemente se declara que la palabra y el sonido de confesión no se refiere a la aflicción de la penitencia, sino a la alegría de fiesta concurrida. Si alguno duda todavía de tan evidente testimonio, ¿qué ha de decirse sobre aquello que se consignó en el Eclesiástico: Bendecid al Señor todas sus obras; ensalzad a su nombre y confesad alabándole con cánticos de labios y con cítaras; y decid de este modo en la confesión que todas las obras del Señor son en extremo buenas? En esto, ninguno, por rudo que sea, duda que se emplea la palabra "confesión" en alabanza de Dios, a no ser que la perversidad llegue a tanto en la mente de alguno, que se atreva a decir que el mismo Señor Jesucristo confesó sus pecados al Padre. Lo que, si algún impío intentare afirmar debido a la palabra "confesión", fácilmente le refutará el mismo texto de la sentencia, pues así se consigna: Te confieso, ¡oh Padre!, Señor del cielo y de la tierra, -porque escondiste estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los párvulos; y sucedió, ¡oh Padre!, porque así te agradó. ¿Quién no entenderá que se dijo esto en alabanza del Padre? ¿Quién no verá que esta confesión no se refiere al dolor del corazón, sino al gozo; y sobre todo antecediendo la palabra del evangelista, que dice: En la misma hora se alborozó en el Espíritu Santo, y dijo: "Te confieso, ¡oh Padre!...?"
2 [v.l]. Por tanto, carísimos, como en modo alguno ha de dudarse, poseyendo estos testimonios tan acordes y otros semejantes, que vosotros mismos podéis advertir en las santas Escrituras, en las que suele emplearse la palabra "confesión", indicando no sólo la confesión de los pecados, sino también la alabanza de Dios, ¿qué cosa más conforme entenderemos que se nos dice en este salmo cuando cantamos Aleluya, lo que significa alabad al Señor, al oír confesad al Señor, sino que alabemos al Señor? No pudo expresarse más concisamente la alabanza de Dios que diciendo porque es bueno. No veo qué cosa haya más grande que esta concisión; cuando el ser bueno de tal modo pertenece a Dios, que, impelido, el mismo Hijo de Dios al oír decir: Maestro bueno, a cierto hombre que, contemplando su carne y no entendiendo su divinidad, pensaba que sólo era hombre, le responde:
¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno solo, Dios Con esto, ¿qué otra cosa dice si no es: Si quieres llamarme bueno, entiende que también soy Dios? Pero como se dice al pueblo prediciendo lo futuro, al pueblo librado de todo trabajo, de la cautividad de esta peregrinación y de la mezcla de los inicuos, lo cual se le concedió por gracia de Dios, que no sólo no devuelve males por males, sino que da bienes por males, convenientísimamente se añadió: porque su misericordia es eterna.
11 [v.16]. ha diestra del Señor obró proezas. ¿A qué llama proezas? La diestra del Señor me levantó. Gran proeza es ensalzar al humilde, deificar al mortal, perfeccionar al flaco, dar gloria al abyecto, victoria al que sufre y auxilio en la tribulación para que se patentizase en los afligidos la verdadera salud de Dios y permaneciese en los que afligen la vana salud del hombre.
Grande es esta proeza; pero ¿de qué te admiras? Oye que lo repite. No se ensalzó el hombre, no se perfeccionó a sí mismo, no se dio la gloria, no venció, no fue él mismo salud para sí mismo.
La diestra del Señor obró proezas. 
12 [ v . l 7 j . No moriré, sino que viviré y contaré las obras del Señor. AI llevar ellos por todo el mundo la ruina de muerte, pensaban que la Iglesia de Cristo murió, y ved que ahora anuncia las obras de Dios. Cristo es la gloria de los bienaventurados mártires en todas las partes. Venció azotando a los que herían, soportando a los impacientes y amando a los crueles.
17 [v.22]. Pero a éste, ¿cómo le llamamos? Piedra reprobada por los constructores, pero que se hizo aquí cabeza de ángulo para erigir en sí a los dos en un solo hombre nuevo, haciendo las paces y reconciliando a entrambos en un solo cuerpo con Dios.
18 [v.23}. Por el Señor a él se le hizo; es decir, por el Señor fue hecho cabecera de ángulo. Pues, aunque no hubiera sido hecho piedra angular, si no hubiera padecido, con todo, no fue hecho por quienes le propinaron la pasión. Ellos que edificaban, ciertamente le reprobaron; pero por lo mismo que el Señor edifica ocultamente, constituyó en cabecera de ángulo lo que ellos desecharon. Y es admirable a nuestros ojos; a los ojos interiores del hombre, a los ojos de los que creen, esperan y aman; mas no a los ojos carnales de aquellos que despreciándole como a hombre le desecharon.
19 [v.24]. Este es el día que hizo el Señor. Este hombre recuerda que dijo en un salmo anterior conmemorando sus días antiguos: Inclinó su oído hacia mí y en mis días le invoqué. Por eso dice ahora: Este es el día que hizo el Señor, es decir, el día en que me dio la salud. Este es el día del cual dijo: En tiempo aceptable te oí y en el día de la salud te ayudé; a saber, éste es el día en el que, Mediador, se hizo cabeza de ángulo. Luego nos regocijemos y nos alegremos en El.

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