1 Tesalonicenses 5:1-6
5 En cuanto a los tiempos y las ocasiones, no hace falta, hermanos míos, que yo les escriba. 2 Ustedes saben perfectamente que el día del Señor llegará como ladrón en la noche; 3 De repente, cuando la gente diga: «Paz y seguridad», les sobrevendrá la destrucción, como le llegan a la mujer encinta los dolores, y no escaparán. 4 Pero ustedes, hermanos, no viven en tinieblas, como para que ese día los sorprenda como un ladrón,5 sino que todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de la oscuridad, 6 así que no durmamos como los demás, sino mantengámonos atentos y sobrios.
Comentario:
En Cristo tenemos todo lo que necesitamos para producir fruto abundante: “Ustedes no viven en tinieblas, sino que son hijos de la luz y del día, no de la noche y las tinieblas” (1 Tesalonicenses 5, 5). Como hijos de la luz, recibimos la iluminación de Dios y podemos seguir recibiéndola cada día para vivir con amor y servir a Dios y a nuestros hermanos en la fe. Por eso es importantísimo escuchar a Dios en la liturgia y en la oración privada diaria; de otro modo nuestra vida espiritual se secará y no podremos dar fruto.
El Evangelio nos apremia a mantenernos vigilantes, o sea que cada día debemos actuar en fe y estar dispuestos a arriesgar la vida por Dios; tenemos que ejercitar la voluntad para asemejarnos al Señor.
“Padre santo, no queremos ser pasivos, sino servidores diligentes y decididos. Ayúdanos, Señor, a luchar contra el mal con valentía y decisión para luego dar toda clase de buen fruto.”
Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31; Salmo 127, 1-5; 1 Tesalonicenses 5, 1-6
No hay comentarios:
Publicar un comentario