miércoles, 5 de abril de 2017

Si sois hijos de Abraham, deberíais comportaros como Abraham

Libro de Daniel 3,14-20.91-92.95. 

Nabucodonosor tomó la palabra y les dijo: "¿Es verdad Sadrac, Mesac y Abed Negó, que ustedes no sirven a mis dioses y no adoran la estatua de oro que yo erigí? 
¿Están dispuestos ahora, apenas oigan el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, a postrarse y adorar la estatua que yo hice? Porque si ustedes no la adoran, serán arrojados inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente. ¿Y qué Dios podrá salvarlos de mi mano?". 
Sadrac, Mesac y Abed Negó respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: "No tenemos necesidad de darte una respuesta acerca de este asunto. 
Nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará de tus manos. 
Y aunque no lo haga, ten por sabido, rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has erigido". 
Nabucodonosor se llenó de furor y la expresión de su rostro se alteró frente a Sadrac, Mesac y Abed Negó. El rey tomó la palabra y ordenó activar el horno siete veces más de lo habitual. 
Luego ordenó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed Negó, para arrojarlos en el horno de fuego ardiente. 
Entonces el rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó a toda prisa y preguntó a sus consejeros: «¿No hemos echado nosotros al fuego a estos tres hombres atados?» Respondieron ellos: «Indudablemente, oh rey.» 
Dijo el rey: «Pero yo estoy viendo cuatro hombres que se pasean libremente por el fuego sin sufrir daño alguno, y el cuarto tiene el aspecto de un hijo de los dioses.» 
Nabucodonosor exclamó: «Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y Abed Negó, que ha enviado a su ángel a librar a sus siervos que, confiando en él, quebrantaron la orden del rey y entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a ningún otro fuera de su Dios. 

Libro de Daniel 3,52.53.54.55.56. 

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, 
alabado y exaltado eternamente. 
Bendito sea tu santo y glorioso Nombre, 
alabado y exaltado eternamente.

Bendito seas en el Templo de tu santa gloria, 
aclamado y glorificado eternamente por encima de todo.
Bendito seas en el trono de tu reino. 
aclamado por encima de todo y exaltado eternamente.

Bendito seas Tú, que sondeas los abismos 
y te sientas sobre los querubines, 
alabado y exaltado eternamente por encima de todo.
Bendito seas en el firmamento del cielo, 
aclamado y glorificado eternamente.



Evangelio según San Juan 8,31-42. 

Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él: "Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: 
conocerán la verdad y la verdad los hará libres". 
Ellos le respondieron: "Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: 'Ustedes serán libres'?". 
Jesús les respondió: "Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. 
El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. 
Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres. 
Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes. 
Yo digo lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre". 
Ellos le replicaron: "Nuestro padre es Abraham". Y Jesús les dijo: "Si ustedes fueran hijos de Abraham obrarían como él. 
Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. 
Pero ustedes obran como su padre". Ellos le dijeron: "Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios". Jesús prosiguió: 
"Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de él. No he venido por mí mismo, sino que él me envió.

“Si sois hijos de Abraham, deberíais comportaros como Abraham”


      A la primera llamada de Dios, Abrán salió para seguirle. No se hizo juez de la palabra que se le dirigió. El hecho de estar ligado a su familia y a sus próximos, no lo retuvo, ni el amor a su país y a sus amigos, ni ningún otro lazo humano. Sino que desde que oyó la palabra  y supo que era de Dios, la escuchó con simplicidad, su fe la consideró verdadera. Menospreciando todo lo demás, se puso en camino con la inocencia de la naturaleza que no busca astucias ni hacer el mal. Corrió hacia la palabra de Dios como un niño hacia su padre… 

      Dios le había dicho: “Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré” (Gn 12,1). Es para hacer triunfar la fe de Abraham y dar más esplendor a su simplicidad que Dios no le reveló a qué país le llamaba; pareció le quería conducir hacia Canaán y, sin embargo la promesa le hablaba de otro país, el de la vida que está en el cielo. San Pablo lo confirma: “Esperaba la ciudad de sólidos fundamentos, cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios” (Heb 11,10)… Mejor aún, Dios, a fin de enseñarnos con mayor claridad que esta promesa no se refería a una patria terrestre, después de haber hecho salir a Abraham de su patria, Ur de los Caldeos, no lo condujo enseguida al país de Canaán, sino que le hizo residir primero en Harán. De buenas a primeras no le reveló el país a donde le conducía a fin de que, de esta manera, Abrán no saliera de Caldea bajo la presión de una recompensa. 

      ¡Considera, pues, oh discípulo, esta salida de Abrán, a fin de que la tuya se parezca a la suya! No retardes tu respuesta a la voz viviente de Cristo que te llama. En otro tiempo se dirigió sólo a Abrán; hoy, a través de su Evangelio, llama a todos los que le quieren seguir, les invita a seguirle, porque su llamada es para todos los hombres… En otro tiempo escogió sólo a Abraham; hoy nos pide a todos que imitemos a Abraham.




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