martes, 7 de marzo de 2017

EL PERDÓN

Perdonar significa disculpar a alguien que nos ha ofendido o no tener en cuenta su falta. En la Biblia, la palabra griega que se traduce “perdonar” significa literalmente “dejar pasar”, como cuando una persona deja de exigir que se le pague una deuda. Jesús usó esta comparación al enseñar a sus discípulos a orar: “Perdónanos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todo el que nos debe” (Lucas 11:4). De igual manera, en la parábola del esclavo que no mostró misericordia, Jesús explicó que el perdón es como la cancelación de una deuda (Mateo 18:23-35).
Perdonamos a otros cuando dejamos de guardar resentimiento y no insistimos en pedir una compensación por el daño que nos hayan hecho o por la pérdida que hayamos podido sufrir. La Biblia enseña que el perdón se basa en el amor sincero, ya que el amor “no lleva cuenta del daño” (1 Corintios 13:4, 5).

Perdonar no significa:

  • Aprobar la ofensa. La Biblia condena a quienes consideran una mala acción como aceptable o inofensiva (Isaías 5:20).
  • Actuar como si la persona no hubiera cometido la ofensa. Dios le perdonó al rey David sus graves pecados, pero no lo libró de las consecuencias. Además, Dios hizo que los pecados de David se pusieran por escrito para que se conocieran en la actualidad (2 Samuel 12:9-13).
  • Dejar que los demás se aprovechen de uno. Supongamos que le prestamos dinero a alguien. Pero él lo malgasta, así que no puede devolverlo como se había comprometido a hacer. Él se siente mal y nos pide perdón. Nosotros podríamos decidir perdonarlo, es decir, no guardarle resentimiento ni echarle en cara continuamente lo que ha hecho. Quizás hasta pudiéramos cancelarle la deuda por completo. Sin embargo, eso no significa que tenemos que estar dispuestos a prestarle más dinero en el futuro (Salmo 37:21; Proverbios 14:15; 22:3; Gálatas 6:7).
  • Disculpar sin una base válida. Dios no perdona a los que cometen un pecado a propósito y con malicia, se niegan a reconocer su falta, no quieren rectificar lo que han hecho o no están dispuestos a pedir perdón a quienes causaron daño (Proverbios 28:13; Hechos 26:20; Hebreos 10:26). Estas personas que no se arrepienten se convierten en enemigos de Dios. Y él no espera que perdonemos a los que él mismo no ha perdonado (Salmo 139:21, 22).
    Pero ¿qué ocurre si alguien nos trata de forma cruel y se niega a disculparse o ni siquiera reconoce su error? La Biblia dice: “¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira!” (Salmo 37:8Nueva Traducción Viviente). Aunque no aprobemos lo que nos hayan hecho, no permitamos que nos consuma la ira. Más bien, tengamos confianza en que Dios hará que se haga justicia (Hebreos 10:30, 31). Además, nos consuela saber que él pronto hará posible que desaparezcan por completo las heridas emocionales que ahora nos causan tanto dolor (Isaías 65:17; Revelación [Apocalipsis] 21:4).
  • “Perdonar” todo lo que nos haya parecido una ofensa. A veces, en vez de tener que perdonar un supuesto desprecio, lo que en realidad necesitamos es reconocer que no tenemos ninguna razón válida para estar ofendidos. La Biblia menciona: “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido, porque el ofenderse es lo que descansa en el seno de los estúpidos” (Eclesiastés 7:9).

Qué nos puede ayudar a perdonar:

  1. Recordar qué implica el perdón. No significa que consideramos que está bien lo que sucedió ni que nunca pasó. Sencillamente lo pasamos por alto.
  2. Pensemos en los beneficios de perdonar. Dejar de sentirnos enojados o de guardar rencor nos ayudará a estar más calmados, mejorará nuestra salud y nos permitirá ser más felices (Proverbios 14:30; Mateo 5:9). Y, lo que es más importante, perdonar a los demás es imprescindible para que Dios perdone nuestros pecados (Mateo 6:14, 15).
  3. Seamos comprensivos. Todos somos imperfectos (Santiago 3:2). Puesto que deseamos que los demás perdonen nuestros errores, nosotros también debemos perdonar los suyos (Mateo 7:12).
  4. Seamos razonables. Si el error es de poca importancia, tenemos que poner en práctica el siguiente consejo de la Biblia: “Continúen soportándose unos a otros” (Colosenses 3:13).
  5. Actuemos de inmediato. Esforcémonos por perdonar enseguida en vez de dejar que se intensifique la ira (Efesios 4:26, 27).

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