jueves, 13 de agosto de 2015

“Y creó Dios a los hombres a su imagen;....varón y hembra los creó.” (Gn 1,27) Evangelio según San Mateo 19,3-12.








Libro de Josue 24,1-13. 

Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. 
Entonces Josué dijo a todo el pueblo: "Así habla el Señor, el Dios de Israel: Sus antepasados, Téraj, el padre de Abraham y de Najor, vivían desde tiempos antiguos al otro lado del Río, y servían a otros dioses. 
Pero yo tomé a Abraham, el padre de ustedes, del otro lado del Río, y le hice recorrer todo el país de Canaán. Multipliqué su descendencia, y le di como hijo a Isaac. 
A Isaac lo hice padre de Jacob y de Esaú. A Esaú le di en posesión la montaña de Seir, mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto 
Luego envié a Moisés y a Aarón, y castigué a Egipto con los prodigios que realicé en medio de ellos. Después los hice salir de Egipto, a ustedes 
y a sus padres, y ustedes llegaron al mar. Los egipcios persiguieron a sus padres, con carros y guerreros, hasta el Mar Rojo. 
Pero ellos pidieron auxilio al Señor: él interpuso una densa oscuridad entre ustedes y los egipcios, y envió contra ellos el mar, que los cubrió. Ustedes vieron con sus propios ojos lo que hice en Egipto. Luego permanecieron en el desierto durante largo tiempo, 
y después los introduje en el país de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán. Cuando ellos les hicieron la guerra, yo los entregué en sus manos, y así pudieron tomar posesión de su país, porque los exterminé delante de ustedes. 
Entonces Balac - hijo de Sipor, rey de Moab - se levantó para combatir contra Israel, y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor, para que los maldijera. 
Pero yo no quise escuchar a Balaam, y él tuvo que bendecirlos. Así los libré de su mano. 
Después ustedes cruzaron el Jordán y llegaron a Jericó. La gente de Jericó les hizo la guerra, y lo mismo hicieron los amorreos, los perizitas, los cananeos, los hititas, los guirgasitas, los jivitas y los jebuseos; pero yo los entregué en sus manos. 
Hice cundir delante de ustedes el pánico, que puso en fuga a toda esa gente y a los dos reyes amorreos. Esto no se lo debes ni a tu espada ni a tu arco. 
Así les di una tierra que no cultivaron, y ciudades que no edificaron, donde ahora habitan; y ustedes comen los frutos de viñas y olivares que no plantaron. 



Salmo 136(135),1-3.16-18.21-22.24.

¡Den gracias al Señor, porque es bueno, 
porque es eterno su amor!
¡Den gracias al Dios de los dioses, 
porque es eterno su amor!
¡Den gracias al Señor de los señores, 
porque es eterno su amor!

Al que guió a su pueblo por el desierto, 
¡porque es eterno su amor!
al que derrotó a reyes poderosos, 
¡porque es eterno su amor!
y dio muerte a reyes temibles, 
¡porque es eterno su amor!

Al que dio sus territorios en herencia, 
¡porque es eterno su amor!
en herencia a Israel, su servidor, 
¡porque es eterno su amor!
y nos libró de nuestros opresores, 
¡porque es eterno su amor!





Evangelio según San Mateo 19,3-12.

Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?". 
El respondió: "¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; 
y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? 
De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". 
Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?". 
El les dijo: "Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. 
Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio". 
Los discípulos le dijeron: "Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse". 
Y él les respondió: "No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. 
En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!". 

“Y creó Dios a los hombres a su imagen;....varón y hembra los creó.” (Gn 1,27)

    Según sus designios eternos, Dios creó al hombre y a la mujer según su imagen. La Escritura dice: “a la imagen de Dios los creó”. Es, pues, importante entender en el libro del Génesis esta gran verdad: la imagen de si mismo que Dios colocó en el hombre pasa por la diversidad de los sexos. El hombre y la mujer que se unen en matrimonio reflejan la imagen de Dios y son, de alguna manera, la revelación de su amor. No únicamente del amor que Dios tiene por el ser humano, sino también de la misteriosa comunión que caracteriza la vida íntima de las tres personas divinas.

    Además, el mismo acto de procreación es una imagen de Dios que convierte la familia en un santuario de la vida. El apóstol Pablo dice que toda paternidad en la tierra viene de Dios (Ef 3,15). Dios es la fuente original de la vida. Así se puede afirmar que la genealogía de toda persona ahonda sus raíces en la eternidad. Engendrando a un hijo, los padres actúan como colaboradores de Dios. ¡Que misión tan sublime! Por esto, no es nada extraño que Jesús haya querido elevar el matrimonio a la dignidad de sacramento, y que San Pablo hable del matrimonio como de un “gran misterio”, refiriéndolo a la relación de Cristo con su Iglesia (cf Ef 5,32).




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