viernes, 10 de abril de 2015

Sepan ustedes y todo el pueblo... Hechos de los Apóstoles 4,1-12.

Mientras los Apóstoles hablaban al pueblo, se presentaron ante ellos los sacerdotes, el jefe de los guardias del Templo y los saduceos, 
irritados de que predicaran y anunciaran al pueblo la resurrección de los muertos cumplida en la persona de Jesús. 
Estos detuvieron a los Apóstoles y los encarcelaron hasta el día siguiente, porque ya era tarde. 
Muchos de los que habían escuchado la Palabra abrazaron la fe, y así el número de creyentes, contando sólo los hombres, se elevó a unos cinco mil. 
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes de los judíos, los ancianos y los escribas, 
con Anás, el Sumo Sacerdote, Caifás, Juan, Alejandro y todos los miembros de las familias de los sumos sacerdotes. 
Hicieron comparecer a los Apóstoles y los interrogaron: "¿Con qué poder o en nombre de quién ustedes hicieron eso?". 
Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos, 
ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado, sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos. 
El es la piedra que ustedes, los constructores, han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular. 
Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos".


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