lunes, 16 de marzo de 2015

Nuevos cielos y nueva tierra, Isaías 65,17-21

Así habla el Señor: 
Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria, 
sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo. 
Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos. 
Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito. 
Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos. 



Salmo 30(29),2.4.5-6.11-12a.13b. 


Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste 
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo 
y me hiciste revivir, 
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.

Canten al Señor, sus fieles; 
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante, 
y su bondad, toda la vida: 
si por la noche se derraman lágrimas, 
por la mañana renace la alegría.

«Escucha, Señor, ten piedad de mí; 
ven a ayudarme, Señor.»
Tú convertiste mi lamento en júbilo,
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!


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