martes, 24 de marzo de 2015

Libro de los Números 21,4-9

Los israelitas partieron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, para bordear el territorio de Edóm. Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia 
y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!". 
Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas. 
El pueblo acudió a Moisés y le dijo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes". Moisés intercedió por el pueblo, 
y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado". 
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado. 



Salmo 102(101),2-3.16-18.19-21. 

Señor, escucha mi oración 
y llegue a ti mi clamor;
no me ocultes tu rostro 
en el momento del peligro; 
inclina hacia mí tu oído, 
respóndeme pronto, cuando te invoco.

Las naciones temerán tu Nombre, Señor, 
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión 
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido 
y no desprecie su plegaria.

Quede esto escrito para el tiempo futuro 
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario 
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos 
y librar a los condenados a muerte.



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