jueves, 5 de marzo de 2015

¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza!(Libro de Jeremías 17,5-10)

Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor! 
El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita. 
¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza! 
El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto. 
Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo? 
Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones.


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