lunes, 16 de febrero de 2015

Salmo 28

1 A ti clamo, Señor, roca mía;
no te desentiendas de mí,
porque si guardas silencio,
ya puedo contarme entre los muertos.
2 Oye mi voz suplicante
cuando a ti acudo en busca de ayuda,
cuando tiendo los brazos hacia tu lugar santísimo.


3 No me arrastres con los malvados,
con los que hacen iniquidad,
con los que hablan de paz con su prójimo
pero en su corazón albergan maldad.
4 Págales conforme a sus obras,
conforme a sus malas acciones.
Págales conforme a las obras de sus manos;
¡dales su merecido!


5 Ya que no toman en cuenta las obras del
y lo que él ha hecho con sus manos,
él los derribará
y nunca más volverá a levantarlos.


6 Bendito sea el Señor,
que ha oído mi voz suplicante.
7 El Señor es mi fuerza y mi escudo;
mi corazón en él confía;
de él recibo ayuda.
Mi corazón salta de alegría,
y con cánticos le daré gracias.


8 El Señor es la fortaleza de su pueblo,
y un baluarte de salvación para su ungido.
9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
y cual pastor guíalos por siempre.



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