miércoles, 24 de diciembre de 2014

El himno de Zacarías (Lucas 1:67-79)

 Zacarías, el padre del niño, lleno del Espíritu Santo y hablando proféticamente, dijo:

«¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha venido a rescatar a su pueblo!
Nos ha enviado un poderoso salvador,
un descendiente de David, su siervo.
Esto es lo que había prometido en el pasado
por medio de sus santos profetas:
que nos salvaría de nuestros enemigos
y de todos los que nos odian,
que tendría compasión de nuestros antepasados
y que no se olvidaría de su santa alianza.
Y éste es el juramento que había hecho
a nuestro padre Abraham:
que nos permitiría
vivir sin temor alguno,
libres de nuestros enemigos,
para servirle
con santidad y justicia,
y estar en su presencia toda nuestra vida.
En cuanto a ti, hijito mío,
serás llamado profeta del Dios altísimo,
porque irás delante del Señor
preparando sus caminos,
para hacer saber a su pueblo
que Dios les perdona sus pecados
y les da la salvación.
Porque nuestro Dios, en su gran misericordia,
nos trae de lo alto el sol de un nuevo día,
para dar luz a los que viven
en la más profunda oscuridad,
y dirigir nuestros pasos
por el camino de la paz.»
 
 
 

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